martes, 11 de noviembre de 2014

Violencia de género, Bullying y educación

En las últimas semanas he leído lo que para mí han sido demasiadas noticias sobre violencia de género y sobre acoso escolar en los periódicos:

Hablando con conocidos y con profesionales de la educación, me decían que esto del acoso escolar era algo que siempre había sucedido, con una especie de visión pesimista sobre la especie humana. Parece que dijeran “siempre ha sido así, no podemos evitarlo”.

Del mismo modo al comentar el avance de posiciones machistas entre los jóvenes, de situaciones de permisividad en cuanto a violencia de género, se escudaban en “es lo que nos viene de fuera”, “no podemos hacer nada si las chicas lo aceptan”.

A mi no me sirven estas excusas. No puedo admitir que situaciones, que hacen daño a las personas, se mantengan sólo porque siempre han existido o porque no sepamos como afrontarlas.

La violencia de género está aumentando entre los jóvenes y adolescentes, en los colegios. Las chicas asumen que si un chico las controla es porque las “quiere”. Se confunde amor con posesión. Se asumen roles que pertenecen a principios del siglo pasado.

También aumentan los casos de acoso escolar, de Bullying.

Se ha demostrado que el acoso causa daños permanentes a las víctimas, llegando a producirse daños que conllevan incapacidad (ver aquí).

La inacción de los profesionales en los colegios en los que esto sucede es inaceptable.

Pero…¿qué podemos hacer?

Hay muchas posibilidades:

- Formar a niños y adolescentes en mediación para que actúen en casos de acoso escolar o en conflictos dentro del colegio.

- Formar a profesores, maestros, directores, jefes de estudios y cuidadores de colegios para que aprendan a detectar y a enfrentarse a estas situaciones.

- Cursos y conferencias en colegios para que los adolescentes detecten estas situaciones, tanto en sí mismos como en los demás, y comprendan el daño que producen.

- Informar a los chicos y chicas de los medios que dispone cada Administración frente a estos casos, sitios donde acudir, personas a quién denunciar (no se trata de chivarse, se trata de denunciar que alguien está haciendo daño a otra persona, y que otro alguien lo está consintiendo por inacción o por miedo).

- Informar y formar a los padres para que aprendan a detectar situaciones de acoso escolar en sus hijos o situaciones de violencia de género. Tanto si son víctimas como si son “matones”.

Educar. Podemos en definitiva educar en el respeto.

La educación trasciende a la escuela, y se desarrolla fundamentalmente en la familia.

Educar es fomentar valores, desde el ejemplo especialmente.

Para ayudar a niños y niñas es fundamental educar en el respeto. Respeto hacia los demás, hacia sus ideas, hacia su aspecto, su religión, su estado, su procedencia, su raza, su identidad sexual…

Y también respeto hacia uno mismo, porque si alguien no se respeta a sí mismo, no se hará respetar. Educación en lo que no deben permitir de otros niños o adolescentes, de cuales son las líneas que deben trazar. De qué hacer cuando alguien, quien sea, cruza esa línea y le agrede física o psicológicamente.

Y también es fundamental escuchar.

Lo que es importante para nuestros hijos, tal vez no nos parezca relevante a nosotros, PERO ES IMPORTANTE PARA ELLOS, y hay que escuchar lo que nos quieren decir. A veces nos están diciendo que algo pasa, pero no tenemos tiempo para escuchar “cosas de niños”. Y tal vez lo que nos cuentan es muy importante para ellos, y para su futuro.

Tal vez algunos de nosotros debamos también aprender a respetarnos y a respetar a los demás y a sus ideas, convicciones religiosas, identidad sexual, procedencia o aspecto.

Si has leído esto y te ha interesado, si tienes hijos, habla con ellos, y escúchales, educa sus valores, educa su respeto hacía los demás y hacia sí mismos.


Y tal vez así, esto que “siempre ha sucedido”, deje de suceder, porque la tradición, la costumbre, o el “siempre ha sido así”,  no pueden servir de excusa para permitir que siga sucediendo, para permitir que se siga haciendo daño a niños o jóvenes.

martes, 28 de octubre de 2014

Caoching en familia

He quedado con una persona para hablar sobre Coaching.

En la primera sesión (en realidad es la sesión cero) suelo quedar en un bar tranquilo que conozco, donde podremos tomar un café mientras hablamos. Hoy hablaremos de su hijo, que es quien será el coachee en este proceso.

Coachee y cliente no son lo mismo en Coaching, hay diferencias, como en este caso.

Cliente es quien me contrata para un proceso de Coaching, y Coachee es la persona que, junto con el Coach, es parte del proceso. A veces quien contrata y quien sigue el proceso no son la misma persona. Sucede en empresas y sucede en el coaching con adolescentes

Además, en los procesos con adolescentes hay que atender al entorno familiar, puesto que el o la adolescente está dentro de un sistema al que pertenece y con el que se relaciona de forma íntima.

Así que, aunque todavía no es consciente, la cliente también será coachee en algún momento.

Su hijo tiene 16 años y, según su madre, tiene problemas con los estudios.

En esta sesión inicial hablaremos sobre qué es el coaching, qué pueden esperar del proceso, hablaremos de confidencialidad y de compromiso; hablaremos de tiempo, del lugar en el que se desarrollará el proceso y de dinero.

Necesitaré una sesión de calibración con el adolescente, porque su voluntad de participar es indispensable.

El coachee tiene sus inquietudes, deseos, necesidades, sentimientos y proyectos.

Su madre puede tener inquietudes, deseos, necesidades, sentimientos y proyectos similares, o muy distintos.

Pero las necesidades que importan en el proceso son las del coachee, y así se lo hago saber a su madre.

Observando su postura, veo que está inclinada hacia delante,  las manos debajo de la mesa, la cabeza apunta hacia abajo de forma que tiene que levantar la ojos para mirarme.

Imitando su postura siento la sensación de temor, de "dolor" en el estómago. Decido no mantener el espejo de su postura por demasiado tiempo. A cambio pregunto qué le preocupa, qué quiere del proceso.

La ansiedad que acompaña a su miedo hace que rebote. Ella no quiere nada, está aquí por su hijo. Necesita que ordene su vida…la de su hijo.

Pero, como ya he apuntado antes, las familias son sistemas,  grupos de personas conectadas. Si comparamos la familia con una empresa, los niños serian algo así como el producto final. Los empresarios quieren controlar ese producto, pero en este caso el "producto" decide por sí mismo.

Lo que los padres quieren no siempre coincide con lo que quieren los hijos. Decidimos desde nuestra experiencia, olvidando que los Jóvenes habrán de obtener su propia experiencia.

Es importante entonces que los miembros de este sistema sean capaces de comunicarse Y de expresar sus emociones de forma no violenta.

Una sesión, al menos, de Coaching familiar es importante. Permitirá enmarcar las sesiones con el adolescente. Como herramienta suelo proponer técnicas de comunicación no violenta para que cada uno aprenda a decir lo que piensa, qué le preocupa, qué necesita siempre desde su “yo”, expresando hechos y emociones, pero no juicios sobre lo que cree que los demás quieren o por qué los demás hacen lo que hacen.

Algunas veces los padres piden finalmente algunas sesiones personales, para comprender lo que sucede dentro de su familia y para alcanzar sus propias metas.

Sospecho que será así en esta ocasión.



martes, 30 de septiembre de 2014

Capacidad de elección


En la última entrada, hablé de la violencia de géneroentre adolescentes, y de su cada vez mayor presencia entre nuestros jóvenes.
 
En una sesión de Coaching con J., hablando sobre ese tema dentro de una relación incipiente de pareja, me decía:
 
- No puedo hacer otra cosa, no tengo elección.
 
Nada más lejos de la realidad. Siempre se tiene elección, siempre podemos decidir que hacer. Lo que sucede en nuestro interior es que preferimos la comodidad, la zona de confort del “no puedo salir de aquí”. 
 
- ¿Seguro que no tienes elección? - Le pregunté - ¿No existe otra opción posible? ¿No hay otra situación en la que te gustaría encontrarte?
 
J. era adolescente en aquel momento, y le resultó difícil asimilar lo que le decía. Desde la perspectiva absolutista de los adolescentes, en muchas ocasiones se trata de un todo o nada, de posible o imposible.
 
Pero repito, siempre se puede elegir, incluso en situaciones de aparente obligación. El asunto es si quieres cambiar, es decir, si tu elección es cambiar y salir de tu zona de confort, asumiendo así la incomodidad o los retos que derivan de tu decisión.
 
El asunto es que valoras más a la hora de tomar una decisión, es decir, para qué te mantienes en la misma situación.
 
La actuación de cada persona es propia suya, y nadie puede robarle su libertad interior, aunque ciertamente, la seguridad es un factor de elección.
 
En el libro “El hombre en busca de sentido”, su autor, Viktor Frankl, aborda esta cuestión desde una óptica especial, la de un prisionero en un campo de concentración. Teniendo en cuenta que el libro de basa en sus experiencias allí, sus reflexiones acerca de la capacidad de elección, y de la libertad individual, tienen una gran relevancia.
 
Incluso en esa situación, en las condiciones de vida en las que se vio sumergido, mantuvo la convicción de que podía elegir.
 
Una de sus reflexiones es la necesidad de tener metas, objetivos vitales (que pueden ser cambiantes). Y así, dice:
 
“Lo que el hombre no necesita es vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar por una meta que le merezca la pena.”
 
Si te encuentras dentro de una relación en la que la otra parte quiere imponer su orden, sus ideas, sus decisiones; en la que la otra parte te menosprecia, y te agrede psicológicamente, aunque sea sutilmente, o con “bromas”; tú puedes elegir salir de la relación, cambiar. Es especialmente importante detectar las señales que emite una persona que quiere controlar al otro.
 
Recuerda que tú puedes cambiar: de lugar, de pareja, de pensamiento.
 
Tu zona de control es tu propia persona. Pero no puedes obligar a nadie a cambiar. Los demás solo cambiarán si quieren, y cuando alguien quiere dominar a su pareja, solamente lo consigue su pareja lo permite.
 
Con la violencia de género, sal antes de entrar.
 
Recuerda el número de atención a la violencia de género 016.
 

lunes, 15 de septiembre de 2014

Adolescentes, violencia de género y Coaching

En mi trabajo con adolescentes, tanto en procesos de Coaching como en otro tipo de intervenciones, he comprobado que se ha extendido una  creciente aceptación de la violencia de género entre los jóvenes.

En el caso de las chicas esa aceptación les lleva a consentir primero que sus parejas tomen el control de sus vidas, y después agresiones físicas o psicológicas por parte de sus parejas.

Podríamos definir violencia de género como aquella ejercida contra cualquier persona, basada en el género de la víctima, habitualmente por un varón hacia una mujer.

No asunto aquí de discusión si debería considerarse también violencia de género la ejercida por una mujer hacia un varón, o la ejercida dentro de parejas homosexuales, lo que sigue sirve también en esos casos.

En este ámbito, cuando hablamos de violencia, incluimos tanto la física, en cualquier grado, como la psicológica, más sutil, pero de efectos igualmente devastadores, puesto que supone en ocasiones la pérdida de control de la persona sobre su vida, la pérdida de autoestima, la aceptación de esa violencia como algo legítimo, llegando la víctima a autoinculparse de la violencia que sufre.

Llegados a esa situación, en necesaria la intervención de psicólogos clínicos o psiquiatras, después de la propia de los actores sociales para apartar al agresor de la víctima, y proveerla de seguridad.

Antes de eso, también podemos intervenir, desde el Coaching, especialmente en adolescentes en la prevención de la violencia de género. Y la intervención puede ser tanto para chicas, como para chicos, si nos centramos en la violencia de género entendida desde el varón hacia la mujer, aunque también vale para cualquier persona, dentro de su relación de pareja.

¿Cómo actuamos?

En primer lugar es necesario “darse cuenta”, ser conscientes de la relación en la que se está entrando.

En la Comunidad de Madrid, han elaborado un programa llamado “No te Cortes” (pincha aquí para verlo) cuyo objetivo es dotar a las chicas de herramientas para detectar situaciones de violencia de género en sus inicios y actuar en consecuencia.

En este programa tienen instrumentos para averiguar si te encuentras dentro de una relación de control o de violencia. También los varones pueden comprobar si se están convirtiendo en controladores.

El objetivo de un proceso de este tipo es generar conciencia en cada persona de lo que la violencia de género supone, de los efectos negativos que genera en quién la sufre y en quién la ejerce.

También permite mejorar las habilidades sociales de los adolescentes, especialmente en su comunicación con los demás.

Objetivos concretos con los chicos son fomentar la empatía y el rechazo de la violencia comenzando por la comunicación, enseñar y fomentar la Comunicación no Violenta como forma principal de relación con los demás y en especial con sus parejas y demostrar que una alta autoestima no conlleva una actitud violenta. Ser conscientes de lo que hacen y para qué lo hacen en definitiva.

Con las chicas, además de los objetivos anteriores, debe centrarse el proceso en ayudarles a tomar el control de su vida, para que la dirijan por sí mismas, en “empoderarlas”.

El foco estará en localizar sus recursos, sus puntos fuertes y sus áreas de mejora, en que tomen conciencia de sí mismas, se quién quieren llegar a ser.

También en mostrar las primeras señales de violencia o de búsqueda de control de sus parejas, para que sean capaces de alejarse de quien pueda ejercer violencia sobre ellas.

Desde la visión del Coaching cada persona, dentro de su edad, es completa y capaz, por lo que puede encontrar dentro de sí las razones para al cambio de actitud, también respecto de la violencia de género. Por eso esta intervención es posible tanto en el marco de las instituciones educativas (colegios o institutos) como de forma personal con cada adolescente.

Desde la Psicología, complementariamente, podemos mostrar medios de afrontamiento, habilidades sociales, técnicas de solución de problemas y de reestructuración cognitiva, técnicas de relajación y todas aquellas que cada adolescente requiera es especial. 

Podéis encontrar más información en  www.gabinetesumar.com 

lunes, 19 de mayo de 2014

¿Qué es el éxito?

No es coincidencia que la palabra inglesa “exit”, “salida”, se parezca tanto a la española "éxito". Ambas provienen de la latina “exitus” Que significaba originariamente salida.

En español éxito significa conseguir, lograr, tener reputación. En términos sociales quien tiene éxito es quien logra reputación y dinero, quien logra reconocimiento. Es el éxito social, aquél del que se habla en las tertulias y en los periódicos: “es una empresaria de éxito”, es decir, que obtiene beneficios económicos de su empresa.

Y como muchas otras cosas en nuestra sociedad se emplea en términos absolutos, con un contrario. Igual que gordos y flacos, guapos y feos, altos y bajos, como si la sociedad y la vida fueran solamente dos polos opuestos de cada cosa.

O tienes éxito o fracasas. Como si el camino no fuera importante, como si los errores no significaran oportunidades de aprender.

Cómo si el éxito económico fuera el único de los éxitos posibles.

Y en ese sentido de éxito, se define “excelencia” dentro de la calidad empresarial y de los servicios como hacerlo bien a la primera. Pero para llegar a ese punto de saber hacer es necesario haber recorrido los senderos del error, y saber qué se hizo mal, qué no se debe hacer.

Vencer las dificultades y conseguir ese premio que se te ha estado escapando, supone una dosis extra de satisfacción respecto a quien logra todo a la primera no conoce.

Sentir satisfacción con lo que se hace, sentir que cumple nuestros objetivos, que nos llena nuestra tarea. Que somos felices trabajando. Ver crecer nuestro proyecto personal. Aprender de los errores y de los fracasos. Eso también es éxito.

La medida del éxito es personal. Cada uno tenemos en realidad nuestra propia definición de “éxito”. Puede ser, por ejemplo, ser capaz de vivir tranquilo, de tener a nuestro alcance esos placeres cotidianos que nos niega la vida urbana, como leer, o escuchar música, o dar un paseo sin tiempo.

Cierto es que en la sociedad occidental, es necesario el dinero, como llave de esa tranquilidad. La pregunta entonces es “cuánto dinero”.

Robert y Eduard Skidelsky (padre e hijo respectivamente), han observado que para muchas personas nunca es suficiente cantidad de dinero. No importan las horas dedicadas al trabajo, o los días separados de la familia. Nunca es suficiente como para detenerse y disfrutar. “Y mientras trabajamos y compramos más, la vida se nos escapa.”

En 2012 escribieron el libro “Cuánto es suficiente”, en el que indagan en el concepto de “insaciabilidad”, o incapacidad de conformarse y parar. Se preguntan cuál es el propósito de NUESTRA vida, y qué lugar ocupa la posesión de dinero en ese propósito. Dinero que se convierte no solo en indicador de éxito social, sino en un fin en sí mismo.

Podemos preguntarnos entonces: ¿Qué es el éxito para mí?, o ¿Qué quiero conseguir en la vida? ¿Cómo sabré que lo he alcanzado? ¿Qué haré cuando llegue allí?


Y, en mi opinión, tan importante como saber qué queremos, es saber en qué no queremos convertirnos. 

jueves, 3 de abril de 2014

Libros y personas

Esta mañana he estado en una gran librería. Me gustan los libros, el objeto en sí mismo, leerlos, hojearlos para encontrar una frase o una imagen que me atraigan.

En las librerías suelo detenerme sobre todo en los libros de Psicología y Coaching, que son los temas principales de este Blog.

En la librería de esta mañana, que es muy grande, los libros de Coaching se encuentran en la zona de “Empresa y Economía”, igual que en otras librerías. Me resulta curioso ver que lo que yo entiendo como un medio para ayudar a crecer y mejorar a las personas, se encuentra en una zona donde los principales parámetros son económicos.

También me resulta siempre sorprendente comparar la cantidad de libros de Psicología con los etiquetados como “Autoayuda”. En el establecimiento en cuestión, los Ibros de Psicología se encuentran entre los de “Autoayuda” y los de “Magia y Esoterismo”. Cierto es que los magos emplean muchas técnicas conocidas desde la óptica de la Psicología, especialmente las que se derivan de controlar y dirigir la atención de las personas hacia un punto determinado mientras hacen algo fuera de ese foco de atención (click aquí)

No entiendo tanto la relación con lo “esotérico”, con la magia no científica. Tal vez sean prejuicios.

Pero con todo, lo que más me sorprende siempre es la cantidad de libros de autoayuda que hay. En esta librería más de cincuenta estanterías y alguna mesa. No hay tantos de Psicología.

Vamos, que con toda esa información, quien no es feliz o tiene cualquier tipo de problema, es porque quiere, ¿o no?. NO, los libros están bien, sin embargo no pueden sustituir la ayuda de los profesionales cuando es necesaria; pueden orientar y dar visiones nuevas de cómo afrontar situaciones, y son más útiles aún cuando son propuestos por un profesional de la Psicología o del Coaching (no es lo mismo, hay Coaches que no son Psicólogos, Coaches que sí son Psicólogos y Psicólogos que emplean técnicas del Coaching).

Un artículo muy interesante sobre este tema lleva publicado en Internet unos cuantos años (desde noviembre de 2000), está en:


Una frase que es especialmente interesante de ese artículo es “Libros que sustituyen a personas”. La autora (Aurora Pimentel) explica que es un reflejo de la sociedad individualista en la que vivimos. El “hágaselo usted mismo” llega hasta las personas, ya sea por individualismo, por miedo a contar nuestros problemas a otros o, cómo no, por la crisis, palabra en la que empiezan a esconderse, excusarse y escudarse demasiados miedos e inacciones.

A veces hace falta acudir a otras personas para obtener una nueva perspectiva, ayuda, o una patada en el culo para espabilar. Los libros están bien, y ciertamente ayudan a divulgar nuevas ideas. Las personas están mejor, aunque sea por videoconferencia, especialmente si son profesionales de este asunto, porque la flexibilidad y la capacidad de adaptación de las personas aun no se ha imitado ni por los libros, ni por las máquinas.

El enorme conjunto de libros existentes de autoayuda parecen implicar una obligación de ser felices, asertivos, razonables, coherentes, inteligentes, comprensivos, proactivos, calmados… y todo ello de modo continuo. Y además por tus propios medios.

Uf.

Tal vez hay que recordar que somos seres humanos, y que tenemos derecho a equivocarnos, enfadarnos, asustarnos, a llorar, a amar, a odiar, a reírnos, a ser incoherentes a veces. Si queremos aprender meditación o relajación, no tenemos por qué ser Buda. Si queremos ser asertivos y manejar nuestra comunicación con los demás de forma no violenta, no tenemos por qué olvidar las emociones, incluso en enfado o la tristeza, el asco o el miedo.

El único equilibrio sin oscilaciones es estar plano.

Por eso los libros están bien, pero las personas están mejor para ayudar. Porque somos capaces de interpretar las oscilaciones, y de comprender al otro.

Es algo que he aprendido con el tiempo de profesión, que las personas se apoyan mejor en personas. Que escuchar es más importante que dar consejos, porque muchas veces quien viene al Gabinete necesita hablar y oírse, necesita a su vez escuchar las preguntas que no quiere hacerse. Necesita una linterna que ilumine zonas oscuras de sí mismo, o un espejo.


Eso es algo que hacemos las personas con las otras personas.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Resiliencia

Se llama resiliencia a la capacidad del ser humano para sobreponerse y superar situaciones adversas y periodos de dolor, fundamentalmente dolor emocional.

Hay muchas más definiciones, las podéis encontrar en la Wikipedia, bajo el epígrafe “resiliencia – Psicología”

Lo importante es que algunas personas son capaces de superar esas situaciones adversas y salir fortalecidas.

¿Qué tienen de distinto esas personas de las que se vienen abajo ante las dificultades y no son capaces de sobreponerse?

¿Qué capacidades, habilidades o conocimientos poseen?

Y lo que es aún más importante ¿Se puede aprender?

Comenzando por esta última pregunta, la respuesta es SÍ, se puede aprender y mejorar. De hecho, en el mercado hay un montón de libros y métodos para ello; he visto hasta un libro que se llama “Resiliencia en 30 minutos”.

También la Asociación Americana de Psicología (APA – American Psychological Association), tiene en su página Web, (click aquí ) una “guía” cuyo “propósito es ayudar a tomar su propio camino hacia la resiliencia” y que proporciona una muy interesante información, no sólo sobre qué es la resiliencia, sino qué factores personales ayudan a desarrollarla y como construirla.

Como he dicho antes, la resiliencia se puede aprender y mejorar, y tanto los adultos como los niños y los adolescentes. A estos últimos podemos ayudarles en este camino:

1.   Explicando que es importante hacer planes realistas, desafiantes, pero posibles. Y además seguirlos.

2.   Podemos influir en que tengan una visión positiva de sí mismos, informándoles de sus fortalezas, y advirtiéndoles de sus debilidades.

3.   Podemos mejorar sus capacidades de comunicación (y las nuestras) hablando con ellos, pero sobre todo escuchando lo que tengan que decir. Lo que tal vez para nosotros como adultos sea poco importante, para ellos puede ser “vital”.

4.   Ayudarles a mejorar en su capacidad de solucionar problemas, por ejemplo no resolviendo todos los que tengan, dejando que choquen con la realidad y se confundan.

5.   También apoyándoles en el momento en que tengan sentimientos encontrados o sufran emociones fuertes. Y ayudándoles a controlar impulsos racionalizando la situación.

En la misma página Web de antes, la APA ofrece para los adolescentes consejos para desarrollar la resiliencia (click aquí).

Quiero destacar algunos de esos consejos, que me parecen muy interesantes:

        1. “Reúnete”, que va unido a “exprésate” y a “ayuda a otros”. Tres consejos que tienen que ver con los demás, con el hecho de que somos seres sociales, con esa necesidad de “estar en el mundo con los demás”, de comunicarnos, de relacionarnos.

   2. “Crea una zona de tranquilidad” y “desconéctate”, relacionados con la necesidad de calma y relajación que acompaña a los tiempos modernos.

      3. “Pon las cosas en perspectiva”, y esto es importante, porque nada es siempre igual, las cosas cambian y se olvidan. Los malos momentos pasarán, y si quieres los buenos recuerdos persistirán.

Por último, una cuestión importante que recuerda la APA:


“Puedes aprender la resiliencia. Sin embargo, el solo hecho de aprenderla no significa que no te sentirás estresado ni ansioso. Puede haber momentos en los que no estés feliz, y eso está bien. La resiliencia es un camino y cada persona se tomará su propio tiempo para recorrerlo. Puedes beneficiarte con algunos de los consejos anteriores para desarrollar la resiliencia, mientras que algunos de tus amigos pueden beneficiarse con otros. La resiliencia que aprendes durante muy malos momentos te será útil incluso una vez que éstos hayan terminado y es bueno contar con esta capacidad en todo momento. La resiliencia puede ayudarte a ser una de esas personas que salen a flote o tienen capacidad de recuperación.”

jueves, 6 de marzo de 2014

Burnout

El síndrome (esto es, un conjunto de síntomas que unidos tienen un significado clínico) de Burnout también llamado síndrome de desgaste profesional es una "sensación de fracaso y una existencia agotada o gastada que resultaba de una sobrecarga por exigencias de energías, recursos personales o fuerza espiritual del trabajador" (según la definición de Freudenberger, 1974).

Se conoce como “estar quemado”, y va más allá de la frase que muchas veces se pronuncia respecto del trabajo o de otras situaciones vitales. Se trata de una situación personal y emocional de absoluto agotamiento mental

Otra definición de burnout fue dada por Maslach  y Jackson (1981)  como "un síndrome tridimensional caracterizado por agotamiento emocional, despersonalización y reducida realización personal".

Para concretar más de estas tres dimensiones las definimos siguiendo a Sarros y a Garcés de los Fayos, 2003:

1ª Agotamiento emocional (sensación de estar exhausto): sensaciones de sobreesfuerzo físico y hastío emocional consecuencia de las continuas interacciones que los trabajadores deben mantener entre ellos y con los clientes.

2ª Despersonalización (cinismo) que se define como el desarrollo de actitudes de respuestas cínicas hacia las personas a quienes los trabajadores prestan servicios.

3ª Reducida realización personal (sensación de ineficacia), que conlleva la pérdida de confianza en las propias. capacidades y la presencia de un autoconcepto negativo como resultado de situaciones ingratas.

Además el burnout puede ser contagioso, ya que los trabajadores que  padecen el síndrome pueden afectar a los demás de su letargo, cinismo y desesperación (Garcés de los Fayos, 2003).

Lo cierto es que para la mayoría de los autores que han estudiado este síndrome su principal detonante es el trabajo, y sigue una serie de etapas que se inician en un desequilibrio entre lo exigido en el trabajo y las capacidades del trabajador, desequilibrio ante el que se responde en una segunda etapa con ansiedad, fatiga y agotamiento y que termina en un cambio de conductas, pérdida de la vocación o del interés por el trabajo y decepción sobre los valores de los superiores.
Se siente una absoluta impotencia respecto de cada uno de los días de trabajo, con sensación de cansancio desde el inicio del día. El trabajo no produce ninguna buena sensación, ninguna motivación se encuentra para realizar el esfuerzo de hacer las tareas.

Entre los síntomas visibles de burnout podemos encontrar fatiga o cansancio crónico, trastornos del sueño, desórdenes gástricos y tensión muscular dentro de los síntomas psicosomáticos; absentismo laboral injustificado, menor capacidad de trabajo, actuaciones hostiles hacia los compañeros y tendencia al conflicto dentro de los síntomas de conducta y laborales y, emocionalmente, irritabilidad continua, dificultad para concentrarse y distanciamiento afectivo incluso con personas cercanas.

Son más susceptibles de padecer estos problemas trabajadores con especial relación con los clientes, con atención al público especialmente cuando esa relación es intensa y continuada, y aun entre ellos, los que inicialmente tuvieron una mayor dedicación o compromiso con los demás.

Según la Wikipedia, “el síndrome de burnout es muy frecuente en personal sanitario (nutriólogos, médicos, enfermeras/os, psicólogas/os, psiquiatras, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales, terapeutas familiares y consejeros matrimoniales, así como también personal administrativo) y docente no escapando por cierto otros profesionales como deportistas de élite, teleoperadores (operadores de Centros de llamadas), ingenieros…”

Hace unos cuantos años hice un estudio sobre personal administrativo con atención al público, de una determinada Administración. Posteriormente se publicó un artículo con las conclusiones en la revista PW Magazine, del mes de abril de 2004.

El resultado fue duro, de las personas encuestadas la mayoría sufrían burnout en mayor o menor grado, encontrándose algunas de ellas en un nivel de estrés, de “estar quemado” muy alto.

Este síndrome ha vuelto a aparecer en mi vida de la mano del trabajo de una persona allegada, no en ella, pero sí en algunos de sus compañeros de trabajo, de los que se percibe que cada vez rinden menos, y contestan peor al público.

En estos tiempos ambos comportamientos no son muy buenos, de cara a mantener el puesto de trabajo.

Hasta aquí la descripción y las pegas.

Ahora lo importante: ¿qué se puede hacer desde el coaching y la psicología positiva?

Lo primero es conocer, de uno mismo, si se está “quemado” por el trabajo. No simplemente cansado o aburrido de trabajar, sino realmente quemado por ese trabajo.

La forma es realizar un test de burnout. Cierto es que en Internet se pueden encontrar estos test y cómo corregirlos, pero es mejor que sea una persona distinta a ti la que te pase el test y lo corrija, para que el resultado sea menos subjetivo.

Si quieres escribe a gabinete.sumar@gmail.com solicitando un test de burnout y te lo envío para que lo rellenes; una vez cumplimentado me lo puedes reenviar para obtener tu puntuación y conocer su situación real en relación al burnout.

Contra esa sensación de estar quemado en el trabajo, en todo caso, se pueden emplear algunos recursos.

Primero quebrar el absoluto negativo que envuelve a ese estado: ¿Siempre ha sido así? ¿Has sentido antes sensaciones positivas en el trabajo? ¿Cuál es la diferencia? ¿Qué puedes cambiar en tu entorno inmediato? ¿Qué puedes cambiar de ti respecto del trabajo? ¿Te has dado cuenta de que hay más vida además del trabajo?

El tiempo libre es importante, y las personas que te rodean no tienen responsabilidad alguna sobre tu situación laboral. Buscar alternativas para que ese tiempo sea importante y enriquecedor ayuda a minimizar el impacto del trabajo.

El ejercicio físico es una buena opción, mover los músculos y también estirarlos para que esa sensación de compresión física sea menor o incluso desaparezca. El ejercicio ayuda al cerebro a funcionar mejor.

También puedes emplear técnicas de relajación y meditación para mejorar tu estado mental. Permiten que nos sintamos más tranquilos en general, y desde esa tranquilidad pueden verse las situaciones distintas. Cambiar la perspectiva ayuda a ver nuevas posibilidades.

Mejorar tu respuesta asertiva es otra posibilidad.

Hablar. Hablar con las personas que te rodean, permitiendo que escuchen y formen su opinión, y escuchar lo que te digan también es una forma de cambiar la perspectiva. Quizá lo que para ti es un muro para otro solamente sea una pequeña valla.

Y por supuesto, acudir a un profesional, y psicólogo si tu situación está dentro del síndrome y te encuentras sin respuestas, o un coach si crees que es un reto que puedes superar con tus propios conocimientos, sólo que aún no sabes hacerte las preguntas.

Tu decides.


jueves, 30 de enero de 2014

Meditar para mejorar la atención, la concentración y calmarse.


Hoy quiero hablaros de un libro. Tiene un título peculiar: “Tranquilos y atentos como una rana”, de Eline Snel.

Es un libro que trata de meditación y mindfulness para niños. Busca proporcionar a los niños (y a sus padres) herramientas para mejorar la concentración, la atención y la capacidad de calmarse.

Dice la autora que mindfulness no es otra cosa que estar conscientemente presente, sin juzgar, ignorar las cosas o dejarse arrastrar por ellas.

Es un libro muy recomendable para todos aquellos que tenemos niños. Es bueno para ayudarles a mejorar su concentración, y para que sean capaces de meditar. Viene con un CD en el que hay varios sencillos ejercicios para que los niños aprendan a meditar, a concentrarse, a parar y a dormir tranquilos.

Aunque las edades recomendadas son de 5 a 12 años, creo que tanto los ejercicios como el texto son útiles para todos.

Pensando en cómo la meditación, y las técnicas de relajación, ayudan a mejorar la concentración, la capacidad de atención y la capacidad de calmarse, quiero proponeros algunos ejercicios sencillos para controlar los nervios, a la vez que mejoramos la capacidad de concentración en el momento presente.

El primero es la meditación, tal y como se indica en el libro, alejándonos de interpretaciones transcendentales que no son objeto de este blog. Como ejemplo de meditación sencilla podéis ver el vídeo: 




también en la página de Facebook del Gabinete,


Otro medio de conseguir detener el curso acelerado de los pensamientos, para centrarse en el ahora, es repetir un mantra, un sonido o una frase en la que centrarse durante unos instantes.

Un tercer medio es poner el foco en la respiración. Respirar es un acto inconsciente, para el que no necesitamos pensar o dedicarle atención. Sin embargo cuando centramos la atención en cómo respiramos, podemos dejar fuera el resto de pensamientos.

Por último un sistema sencillo y rápido es la “ceremonia del aquí y ahora”, que simplemente consiste en centrarse en sentir el momento presente.

Para ello primero siéntate en una postura cómoda, cierra los ojos y respira un par de veces, profundamente, dejando salir el aire poco a poco, de modo que el tiempo de espiración sea mayor que el de inspiración.

Ahora céntrate en el sentido del olfato, durante un instante dedícate a oler, a sentir los olores del lugar en el que te encuentres. Simplemente siente, no juzgues, ni siquiera se trata de descubrir nada, simplemente oler.

Ahora céntrate en el sentido del oído, de igual modo que antes escucha los sonidos, sin tratar de descubrir ni de dónde vienen, ni qué los produce. Simplemente escucha.

Pasa tus manos por el asiento, por el suelo, por donde sea que alcances, sintiendo la textura de las superficies que tocas, sintiendo el tacto de la ropa que llevas, sintiendo el viento si existe, sintiendo el aire que te rodea.

Por último abre los ojos, mira a tu alrededor, fíjate en los colores, en los objetos, en cuanto te rodea aquí y ahora.


Eso es todo, durante un momento has detenido tus pensamientos, el ritmo de las preocupaciones. Durante todo el tiempo que necesites, puedes quedarte aquí, centrado en el presente.

jueves, 23 de enero de 2014

Hablando de adolescentes

“No hago carrera de él…Arréglamelo”

Estas palabras y otras parecidas, las oigo a veces cuando acuden padres a la sesión inicial dentro de un proceso de Coaching con adolescentes.

Sin embargo, los jóvenes, los adolescentes, no “están rotos”, tal vez parezca que no saben lo que quieren, y en ocasiones no lo tienen del todo claro.

A veces se da por supuesto que padres y adolescentes tienen una mala relación, pero no tiene por qué haber una relación complicada, no tienen por qué llevarse mal. De hecho hay estudios (Richard Cloutier) que sufgieren que la mayoría de las personas pasamos por la etapa de adolescencia sin ningún problema grave de enfrentamiento con nuestros mayores.

Según la Organización Mundial de la Salud, la adolescencia es el periodo temporal comprendido entre los 10 y los 19 años.  En los términos de este blog, y para comprendernos mejor, vamos a considerar adolescentes a partir de 13 años, y hasta los 17 o 18 (depende de la persona) y vamos a llamar “jóvenes” a las personas que superen esa edad. Pero en cualquier caso, vamos a referirnos a aquellos adolescentes o jóvenes que conviven y dependen de los padres o tutores.

Volviendo al principio ¿Qué sucede para que una persona razonable diga que su hijo no funciona?

Sucede que lo que los padres quieren no es lo mismo que lo que busca el adolescente (o la adolescente). Sucede que no pensamos igual según vamos creciendo y madurando, y eso es bueno. Hay que decir, sin embargo los adolescentes suelen asumir la mayor parte de los valores de sus padres, de modo que la diferencia no es tanta.

Si tomáramos a las familias con empresas, diferenciaríamos los objetivos de la “empresa” con los del “empleado”, es decir los objetivos de los padres y lo deseado por el adolescente.


Los jefes (los padres) quieren el máximo rendimiento de cada miembro de la organización, que todos cumplan con su deber y alcancen los objetivos marcados, que en este caso suelen estar relacionados con las calificaciones académicas.

El asunto es que los empleados, los adolescentes, pueden tener  otras metas. Hacer que ambos grupos de objetivos confluyan, puede parecer imposible, pero por muy complejo que parezca, se puede trabajando desde el Coaching.

Llamamos coaching al conjunto de técnicas que ayudan a la persona a realizar todo aquello que ya sabe hacer, potenciando sus habilidades y capacidades, acompañada por un Coach que hace de "catalizador".

Desde esta perspectiva, tratamos con los jóvenes y adolescentes presuponiendo que tienen capacidad de mejorar, que tienen la competencia para crecer y para definir y alcanzar sus propios objetivos. Esa idea de capacidad es fundamental, porque desde ahí podemos trabajar juntos para que el adolescente encuentre su camino en la vida, su propio camino.

El punto de contacto entre esos dos grupos de objetivos de los que hablamos, se encuentra en la motivación interna del adolescente. Las personas luchamos más por aquello que nos es propio, que nos interesa desde dentro. Es posible hacer que esas metas propias coincidan con las que los padres imponen, de modo que al cumplir con lo marcado por los padres, consigan además lo que ellos o ellas quieren.

Pueden hacer suyas las metas familiares, ya sea por convencimiento, o simplemente considerando esas metas externas como un medio para conseguir su fin (es decir, haciendo de los aprobados o de las buenas notas un medio para conseguir lo que quieren en ese curso o en el futuro).

Para ello hemos de indagar en lo que el adolescente quiere para su futuro, mediante preguntas y otras herramientas. A veces, cuando el joven clarifica sus metas, ve en lo que sus padres le piden una oportunidad. Otras veces aprenden a negociar, intercambiando los aprobados por otras cosas. Algunas veces descubren que su futuro es distinto al planificado por sus padres, y desde el convencimiento de lo que quieren pueden avanzar por su camino y a la vez convencer a su familia de que eso es lo que van a hacer, porque es lo que de verdad les gusta y les motiva.

A veces, en este mundo economicista, en el que parece que todos tendríamos que ser ingenieros, médicos o abogados, olvidamos que algunas personas han nacido para ser artistas, y creemos que ese camino solamente llevará a la ruina a nuestros hijos. Sin embargo tener una carrera no es sinónimo de tener empleo, y mucho menos de tener el empleo que a cada uno nos gusta. Tal vez sería mejor dejar a cada uno seguir su camino, su gusto, dotándole de las mejores herramientas para que pueda ser lo mejor posible en aquello que quiera hacer.

Las áreas de intervención en el proceso con adolescentes y jóvenes, son por tanto motivación, conjugación de objetivos de la familia y propios del adolescente (con prioridad en éstos), y también las relaciones del joven con su entorno y mejora de autoestima. Hay que tener en cuenta que las personas somos seres sociales, y el sistema de relaciones del adolescente incluye a su familia y a su conjunto de amigos y compañeros de estudios.

¿Y cómo conseguir esto? Hablando y dejando hablar, escuchando, comunicándose.

Si tienes alguna duda y quieres más información sobre procesos con jóvenes y adolescentes, no dudes en preguntar en info@gabinetesumar.com.

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